viernes, 1 de mayo de 2015

Animal

Nuevo ejercicio de taller, esta vez sobre modelos de narradores. Hoy, el narrador obsesivo, por una idea, objeto, situación, contagiado por la vivencia del personaje, como por ejemplo, el clásico aturdimiento que se produce estando en estado de shock...


Animal


Caminaba por el bosque clavándose todas las agujas de los pinos en las plantas de sus pies desnudos. Las ramas se entrecruzaban sobre su cabeza, como madejas de lana atacadas por un gato de uñas afiladas como cúteres y dientes agudos como hojas de tijeras de costura. Que dolor, que llanto de bebe que en realidad es un maullido, que miedo. Los troncos eran como varillas de hacer punto, inútiles policías tratando de mantener el orden. Máquinas de coser creadoras de prendas cálidas y protectoras, como los brazos de mamá. El sol se filtraba a través de los pinos como a través de la fina rejilla de una camiseta de algodón, la que echaba de menos. Atardecía. Pronto haría frío y estaría sola, en el pinar inmenso, de noche. Las agudas ramas se enhebraban con toda su piel desnuda, una fina tela sedosa que no abrigaba nada, no protegía nada. Se clavaban agresivas, penetrando sus orificios sin piedad, sin razón… Había escapado de su violador, pero ahora corría por un bosque desconocido totalmente desnuda y sola. Y solo podía pensar en confección textil. Viva el absurdo, murmuro quejumbrosa, tratando de ser sarcástica, y siguió corriendo en busca de animales peludos, quería cazar, morder, desollar, hacerse un buen chaquetón.