jueves, 30 de abril de 2015

El Burlado Maestro Quijano



Hoy no toca Primer Capítulo pero si otro ejercicio de taller. En esta ocasión era sobre fan-ficción, esa corriente literaria cada vez más aceptada gracias a su éxito comercial. En mi caso se supone que he hecho un cross-over entre El Quijote y Star Wars. Sin embargo la idea era bastante anterior al taller y mi intención era otra: ¿Por qué hay tan pocas adaptaciones de nuestros clásicos que se salgan del respeto reverencial al original? ¿Por qué en España existe ese empeño en que los escolares lean El Quijote tal como fue concebido y ese horrorizado pudor ante cualquier adaptación? Tengo mis respuestas, pero me iría por las ramas. Las consecuencias son obvias, los clásicos no llegan a nuevos públicos ni a los más jóvenes. Meterlo por decreto en las aulas implica que se convierta en un tostón académico para sacar nota, odiado y olvidado en meses. Forzar el original implica que nunca salga del nicho de los frikis más puristas. 


En el mundo anglosajón parece que no existe ese problema. De Shakespeare se han visto todo tipo de versiones, saltos de género, cross-over… Desde clásicos de la ciencia ficción, como Planeta Prohibido (adaptación de La Tempestad de Shakespeare) hasta apariciones de su autor como personaje en Dr. Who, entre muchos casos que ahora no vienen a mi memoria. 


Tampoco los japoneses tienen problema con eso, y ahí tenemos todos esos manga y anime, capaces de usar todo tipo de referencias culturales, de alta o baja cultura, con todo el descaro imaginable. Dicho a lo basto: para los orientales la esencia es permanente, y la forma solo es su expresión. Por mucho que cambie la forma, la esencia sigue inalterada. En cambio en occidente parece que cambiar la forma ya altera el contenido de forma fundamental y el autor que lo hace ya es venerado como un santo, dando como resultado la insustancialidad posmoderna… 


Tradiciones distintas, sí, pero dado que somos tan aficionados a la colonización cultural y usamos alegremente palabras como coach, manga, emoji o crossover. ¿Por qué no imitarlos en eso también? ¿Por qué hemos tenido que esperar hasta 2015 a que ese Dr. Who a la española que es El Ministerio del Tiempo empiece a hacer algo parecido?


En los 80, después del éxito de Star Wars estuvo de moda convertir en saga espacial todo, uno de tantos horrores a los que nos somete la industria comercial para masas iletradas… Como sabemos parte del éxito de Star Wars viene de que mezcla todo tipo de mitologías: budismo zen, cristianismo, samuráis, el lejano oeste, nórdicas, heroicas... dando como resultado una suave papilla que deleita a nuestro inconsciente colectivo. Un truco que obviamente esta fuera del alcance del intelecto de cualquier ejecutivo falto de ideas, sin embargo, entre las numerosas imitaciones quizá la que mejor captó la esencia del tema fue la serie “Ulises 31”, una de tantas coproducciones euro-japonesas realizadas durante esos años, gracias a la cual, todos los de mi quinta supimos de las historias de los dioses griegos. Una aberración para los puristas “Quien quiera que se atreva a desafiar el poder de los dioses merece ser castigado…” 



Sin embargo, sin esa serie, con un señor Ulises con melenas a lo Bee Gees y espada laser, muchos no tendríamos la mitología clásica como algo divertido, sino como ese tostón a traducir en clase de griego, porque si no, no apruebas, tu padre se enfada y algún político no puede fardar ante sus amigotes europeos de buenas cifras en Pisa. La letra con coacción, no entra.


Así que todos estos complejos pensamientos con el paso de los años han llevado al relatito de hoy. Oh, frikis galácticos, conocedores de la materia, ved por vosotros mismos si algo como El Quijote no encaja perfectamente en ese universo. Si Cervantes escribiera su obra hoy no nos cabe ninguna duda de a qué tribu urbana pertenecería su protagonista, humillado en televisión,  y mirado con paternalista desprecio por bachilleres culturetas y puristas... 


Y tras este demasiado largo preámbulo, hoy presentamos:
                        
         
El Burlado Maestro Quijano

Compuesto por German Núñez López, dirigido al honorable Lord Vader y su majestad, el noble, justo y magnánimo emperador Palpatine.  

En un lugar de la galaxia, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un caballero de los de sable apagado, túnica raída, nave oxidada y droide protestón. Una olla con algo más de Bantha que de Dewback, carne de Womp Rat la mayoría de noches, duelos y quebrantos los sábados, sopa tusken los viernes, algún Mynock de añadidura los domingos, consumían tres partes de sus créditos, que apenas le daban para reponer una túnica gastada, o comprar unas botas de cuero para el desierto, aunque los días de fiesta se honraba con una vieja capa de pelo de Wampa. Tenía en su casa un R-4 de mantenimiento que revisaba puntualmente los evaporadores de humedad, y una moto speeder de más de veinte años, y un Jawa de granja y mercado, que así engrasaba los droides como se iba al puerto espacial a venderlos como chatarra. Frisaba la edad de nuestro caballero los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro: gran madrugador y enemigo de la caza. Se dice que tenía el apodo de Quijada o Quesada (que en esto ni el propio George Lucas se aclaraba, ya no hablemos de Disney), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijano; pero esto importa poco a nuestro relato; basta que su historia no se salga un punto de la verdad.



En realidad nuestro buen caballero no era tal caballero, sino un simple granjero con la difícil cualidad de tener una gran imaginación y un temperamento sugestionable. Este granjero, pasada la edad de medrar y una vez asentado, se aficiono en exceso a la visión de holo-rollos sobre las aventuras de los decadentes y corruptos caballeros Jedi, antigua secta religiosa, hoy extinta, que en su día fue condenada por conspiración, financiación ilegal de templos y naves, y secuestro de niños, y por tanto declarada proscrita por nuestro amado emperador Palpatine. Sin embargo por intereses comerciales los directores de holo-películas han querido embellecer la realidad, transformando los Jedi en héroes legendarios, al tiempo que complejos y ambiguos, que vivieron todo tipo de aventuras convencidos de que tenían la verdad y la justicia de su lado, y por tanto dispuestos a asesinar en masa a los que consideraban sus malignos enemigos. Estas fantasías trastornaron la mente de nuestro granjero de nombre Quijano. Un día tuvo un choque con su viejo y cochambroso speeder. No fue grave y el medico calamari dijo que solo tenía una leve conmoción cerebral, sin embargo despertó asegurando que había sentido una gran conmoción en la fuerza, que tenía poderes Jedi y quería recibir entrenamiento como padawan.  


Sin embargo al no encontrar ningún maestro en los alrededores decidió entrenarse a sí  mismo, con todo lo que había aprendido viendo holo-rollos. Pasó meses en el monte y el desierto practicando sus poderes imaginarios a solas, para evitar las burlas de sus amigos de Mos Eisley (pues si hay un lugar más alejado del centro del universo y de cuyo nombre nadie se acuerda, al menos según las películas, ese es el planeta Tatooine). Cuando considero que había completado su entrenamiento, tras soñar que lo había visitado el fantasma de un tal Maestro Kenobi, tal era su obsesión con el tema. Se cortó la coleta torera que se había dejado crecer, después cogió su túnica raída, y se la subió a modo de capucha. Como no tenía pilas para el viejo sable que rescato de la chatarra, le metió un recio palo en el agujero, sabedor de que tendría efectos igualmente contundentes, y lo pinto de azul fosforescente para crear un buen efecto. Luego se dedicó a limpiar y acondicionar su oxidada nave, a la que decidió bautizar como Rocín Flaco: estaba dispuesto a viajar por los planetas para vivir aventuras, desfacer entuertos y matar Sith malos en peleas con sables de luz, como todo buen caballero Jedi. Solo le faltaban dos cosas: la princesa y el contrabandista amigo, así que se fue a la cantina de Mos Eisley. Donde contrató a un enorme wookie de nombre Sanchow, que pilotaría el Rocín Flaco, aunque ya disponía de su propio T-16.


Tras algunas semanas probando la nave dando vueltas sobre Tatooine, Sanchow y el caballero Quijano se hicieron amigos. El wookie llevaba muchos años recorriendo toda la galaxia, y había visto cosas muy raras, pero no creía en fuerzas misteriosas y mantenía sus peludos pies en la dura realidad, sin embargo aprendió a aceptar de buen grado las rarezas de su nuevo jefe. Quijano había vendido su granja para poder contratarlo. Tal gesto de sacrifico hizo que decidiera tener un pacto de vida wookie con él.


Cuando estuvo todo preparado ambos acudieron a la cantina, donde estaba Dulce, tomando unas copas con su novio, el bachiller Solo, y su mejor amigo, Greedo, un rodiano de piel verde y ojos saltones. Sanchow y el Jedi imaginario se presentaron ante la mesa con su estrafalario aspecto, Quijano hizo un gesto con la mano frente a la cara de Solo, esperando que sus trucos mentales jedi surtieran efecto.


—Dulce, hemos terminado, creo que Quijano es mejor partido para ti.


El resultado del truco fue que Dulce enrojeció indignada y furiosa.


—¡Estás loco, no puedo creer que me hagas esto en mi propia cara, como si yo no estuviera aquí, y este atontado mandara en mí, eres un obseso, un machista, un…!


—Dulce, hemos terminado, creo que Quijano es mejor partido para ti —dijo Solo con ojos vidriosos, Dulce se quedó con la boca abierta, hasta que se fijó en cómo le guiñaba el ojo.


—Groarrraraeeeaarrrr —dijo Sanchow, advirtiendo a Quijano. 


—Calla, tonto, no ves que ha funcionado, ella será mi princesa.


Días más tarde Dulce se encontró a si misma sentada dentro del Rocín Flaco, viendo jugar a Sanchow y Greedo al dejarik de figuras holográficas. Bostezó aburrida, y se volvió a Quijano, que se había dejado barba para completar el efecto. 


—Está bien, seré tu princesa, pero primero me tienes que demostrar que eres un Jedi de verdad. 


—Yo tengo la solución —dijo Solo, entrando con un casco opaco entre las manos—, con esto no podrá ver nada, y tendrá que esquivar los laserazos de este droide de entrenamiento usando la fuerza, lo mismo podrá ver a los lejanos y todo, ¿estás dispuesto?


—Groaaarrr-eeeeh.


—Calla, felpudo con patas, claro que estoy dispuesto.


—Roaurrrr-breeeeroooor —le espetó Sanchow.


—Está bien, iré a mi bola, me da igual si no arrancas brazos por mí, quédate ahí sentado. 


Solo activó el droide con gesto solemne, conteniendo la sonrisa, le puso el casco opaco, y lo volteó varias veces sobre sí mismo, para que no tuviera ni idea de donde estaba. Entre risas ahogadas Dulce, Greedo y Solo guiaron al confiado Quijano a la rampa de salida, pinchándole con un palo preparado al efecto. En el hangar estaba reunido medio Mos Eisley. Todos se rieron con ganas ante la humillación del falso y patético Jedi, y el comandante de las tropas de asalto aplaudió satisfecho: era una excelente propaganda contra los rebeldes y enemigos del imperio. Al pobre caballero Quijano le hicieron hacer toda clase de payasadas a ciegas, llegó a creerse que volaba con la fuerza, y demás inverosímiles situaciones. Al final lo guiaron hasta un bidón de agua con grasa, cayendo dentro entre escandalosas carcajadas, cuando logro salir le lanzaron montones de plumas. Dulce se quedó seria al comprender que se estaban pasando años luz. 


Avergonzado Quijano dejo Tatooine, pero no se amilano, y durante años recorrió la galaxia pretendiendo ser Jedi, viviendo toda clase de estrafalarias aventuras.


La historia del falso Jedi de fantasía se convirtió en tema tendencia en la holonet, llegaron a hacerse holo-películas y así surgieron imitadores, como el gun-gan gordo de Naboo simulando manejar un doble sable de luz agitando un palo de escoba. Aquello había llegado demasiado lejos y Dulce, para entonces ya simpatizante de la rebelión, hablo seriamente con Solo.


Un día, estando en Coruscant, el cosmopolita planeta ciudad capital del imperio, el caballero Quijano recibió un carta de un aprendiz Sith, entrenado secretamente por el propio Darth Vader, al que las malas lenguas atribuían oscuros poderes jedi, aunque por supuesto, nadie se atrevía a burlarse de él, pues todo el que lo hacía aparecía estrangulado en extrañas circunstancias. El Sith misterioso lo retaba, había secuestrado a Dulce, si quería liberarla, tendría que derrotarlo. 


El Rocín Flaco aterrizo ominoso sobre una playa de vías de Coruscant, donde un regimiento de tropas de asalto seria el testigo silencioso del duelo. El Sith, Darth Luna, estaba allí, embozado de negro, con su rostro cubierto por la siniestra mascara tradicional. Quijano dejo a Sanchow en la cabina y con teatrales andares descendió la rampa, rumbo a su noble destino. 


Obviamente, tras breve combate, cayó derrotado ante un contrincante más joven y fuerte, y que, por si fuera poco, manejaba un sable de luz autentico y en perfecto funcionamiento.


Colocando el sable rojo junto a su cuello le dijo que le perdonaría la vida, pues había luchado como un auténtico maestro de los viejos tiempos, pero le hizo jurar lealtad al emperador y que se exiliaría en Dagobah, despareciendo de la circulación, sino Dulce moriría. Quijano aceptó entre lágrimas y partió con su nave, mientras Sanchow rumoreaba triste y escéptico a su lado.


Una vez solo el Sith se quitó la máscara y resulto ser Solo, que tuvo que abrazar a una compungida Dulce, que sentía agudos remordimientos por lo que acababan de hacer. Alrededor los maniquís vestidos como tropas de asalto seguían silenciosos en el gélido paisaje industrial.


Días más tarde el bachiller Solo devolvió el sable al museo y allí acabo su historia. Nunca se volvió a saber del maestro Quijano, aunque se rumorea que ronda por la galaxia un wookie pretendiendo ser Jedi al que se busca por rebelde. 

viernes, 3 de abril de 2015

Palabros Míos: Sobre los Fanáticos

Puesto hace algunas semanas en mi estado de Facebook.  


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"Sobre los Fanáticos. Las causas justas son el paraíso de los fanáticos" - Yo, poseído por cierto personaje de la tele, mirando a cámara fijamente... a veces me pasa.


¿Qué sentido tiene la frase de marras? Mucho si lo pensáis. Como algunos otros soy de los que piensa que el extremismo político y religioso, el dogmatismo totalitario y la imposición dictatorial tienen mas que ver con el temperamento de la persona o el grupo, que con ideologías concretas. Pensemos en alguien los bastante cínico y clarividente como para considerarse a si mismo un fanático. Si ese fanático tuviera la oportunidad de elegir la causa en la que cultivar su fanatismo y medrar como persona sociable, ¿cuál elegiría? ¿Una despreciada con horror por la gran mayoría de sus congéneres, o una aplaudida por todos? Es obvio. Dentro de una buena causa puedes explayarte en tu fanatismo hasta reventar, sin que nadie te pueda decir nada, pues si alguien osa cuestionarte, de inmediato será puesto en evidencia como enemigo de la noble causa, insultado, vilipendiado, desnudado en foro  público y embreado con plumas. Mientras que a ti nadie te llamará fanático o dogmático, sino que serás considerado un héroe o santo, siempre serás visto como el bueno que se enfrenta valientemente a demonios y trols, y recibirás premios, besos y palmaditas en la espalda. Así que a nadie debería extrañar encontrarse con dictadorcillos manipuladores en bellas causas como el ecologismo, el feminismo, el esceptcismo, el antiracismo, el pacifismo... De hecho uno de los especimentes de la fauna urbana que destila más agresividad y odio es un pacifista convencido.