Otra
historia de Disney
El amor para los hombres solitarios que se pueden enamorar
hasta de una piedra es como la autopista que cruza un puerto de montaña. Un
día tú, pequeño utilitario, entras por fin, y por el otro carril va esa bonita
berlina, digna de una princesa. Blink, blink, te hace con los faros. Aceleras, te acercas, te
pones en paralelo a ella... “Hola, ¿ves
que bonita soy? Tú también eres mono, creo que me gustas un poquito, tal vez
podríamos… oh, mira que deportivo me acaba de mandar guasap… ADIOS” Tus
neumáticos chillan, se retuercen, caligrafían el asfalto. Rompes el guarda rail,
y sales disparado, cayendo al abismo negro del olvido, como en Inside Out, con
el grito de Goofy en los cortos de Disney, y bueno, ella continua recto, sin salirse
del carril, siguiendo con su vida.
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