El primer capítulo de La Noche… tiene siete u ocho partes,
según versiones, pero si lo habéis seguido, os daréis cuenta que la historia y
los personajes principales ya están definidos, así que lo voy a dejar en la
quinta, y ya en su momento decidiréis si lo queréis seguir. Por tanto hoy, para
terminar, presentamos "El Plan"…
Capítulo 1
Papá y Mamá
1.5
El Plan
En el espeso silencio mi bisabuela entornó los ojos y sonrió
para sí.
—Hablábamos de tu señor novio —tanteó—, ¿sabes ya qué vas a
hacer?
—No lo sé, puede que tengas razón y al final lo mejor sea
dejarlo —su voz se rompió otra vez, plañidera—. Pero está mal, me siento tan
mal.
La vieja Alex resopló con hastío.
—En serio, aguilucha, ¿por qué no te olvidas de todo eso y
te quedas aquí, con nosotras? Apúntate en nuestro Hogar. Esas brujas volverán a
respetarte en cuando vean que has vuelto de verdad, y si no ya me encargare yo
de que lo hagan... María, mírame. Cuando te fuiste te habías ganado un buen
nivel de Respeto, podrías recuperarlo. Estamos a punto de iniciar la rotación,
ven con nosotras, viajar un poco y ver mundo no te vendrá nada mal ¿Recuerdas?
Los mares de ceniza, los glaciares de la red argenta, mamá Teide en erupción...
Los ojos de mi madre centellearon con ilusión, pero apartó
la cabeza para ocultarlo.
—No puedo —dijo al cabo, estudiando la forma de la pelota de
papel entre sus dedos.
—¿No puedes? —repitió su abuela, ya sin insistencia.
—No —negó María, con la boca pequeña.
—Muy bien, ahora dime la verdad.
—¿Cómo? —mi madre enrojeció.
—Has dicho que si se suspende la boda será un escándalo, que
tu madre te echara de casa, bla, bla, bla... Dime, ¿qué es lo que ha pasado en
realidad?
—Nada, me echará de casa porque todo está preparado y mamá
pensara que ha sido culpa suya por retrasar la boda hasta que yo...
—Tu madre es una harpía posesiva y egocéntrica, pero no
estúpida. ¿Por eso te va a tirar de casa? ¿Por sentirse culpable ella de que tú
hayas cambiado de idea? Antes de tirarte de casa te obligara a casarte a
puñetazos. La conozco y te conozco a ti. ¿Qué ha pasado?
Mi madre empezó a ceder.
—La carabina llamó a casa y yo cogí el teléfono. Me dijo que
su sobrina se había puesto enferma y que esa tarde no podríamos salir. Le dije
que bien y colgué.
—¿Y no te enfureciste a tu frío y calmado estilo?
—Lo hice. Por eso le dije a mamá que íbamos a salir antes de
la hora normal.
La vieja Alex sonrió malvada.
—Hasta los sistemas de control social más férreos se pueden
saltar si encuentras una puerta de atrás.
—¿Diarios de la Verónika?
—No. Crónicas de la Contra-Implementación. El resumen comentado
por la Madre Fundadora Patricia... No intentes distraerme otra vez. Continua.
—Llamé a Juan, y quedamos donde siempre, detrás de la tapia
del Templo, sólo que a las cuatro de la tarde, en lugar de a las seis. Protestó
un poco pero vino de todas formas. Cuando vio que había venido sola se puso
como loco de contento. Insistía en que aprovechásemos la oportunidad. Entonces
ideamos el plan.
—El plan.
—Bueno, primero fuimos al cementerio y nos besamos de muchas
maneras diferentes, acabé hasta mareada. Luego insistió en que fuéramos al
bosque, pero teníamos que coger las bicicletas, así que preparamos un plan de
acción dibujando en la tierra con un palo como en las películas. Fue muy
divertido. Acabamos en el bosque, donde seguimos besándonos hasta que acabamos
desnudos.
—¿Siguiendo el plan o su plan?
—Yo quería ir. Desde el principio.
—No me hagas caso, tontos miedos de abuela. Sigue.
—Confieso que al principio pensaba agarrar la bicicleta y
salir disparada dejándolo plantado con cara de tonto, pero entonces me dije
“¿para qué estoy aquí si no es para aprovechar la oportunidad?” La curiosidad
me pudo.
—¿Tenias las bragas mojadas?
—¿Tengo que responder a eso?
—No era curiosidad, era tu maldito enamoramiento.
¿Llegasteis a crear el Vínculo?
Mi madre asintió triste.
—Fue patético. Se lo hizo encima de mío en cuanto me rozó...
Fue asqueroso... pero divertido. Me reí, pensé que él también lo encontraba
divertido, pero fue muy brusco conmigo y se me quitaron las ganas de hacer
nada. Me empecé a vestir para irme a casa, pero empezamos a hablar. Al rato
empezó a insistir en que tenía que hacerlo bien, y bueno, para eso habíamos ido
allí. Llegó a estar dentro, pero luego se lo volvió a hacer encima de mí. No me
reí, pero volvió a ser brusco, no me gustó nada, me hizo quedarme tumbada
quieta hasta que logro terminar. Un desastre de primera vez.
—¿Te hizo daño?
—No, me quede igual, ni siquiera sangré. No, peor, me quede
vacía. Lo peor fue cuando volví a casa, la carabina había llamado y mamá lo
adivinó todo en cuanto me vio entrar. Pero en lugar de enfurecerse sólo
protestó un poco, dijo que después de todo es como si ya estuviésemos casados.
Me enseñó los papeles del compromiso firmados por papá. Por cosas mucho menores
me habría abofeteado hasta hacerme sangrar la nariz. Pero entonces se limitó a
eso. ¿Tú lo entiendes? Subí llorando a mi cuarto, gritando que no quería volver
a ver a Juan y ella dijo que se me pasaría.
La vieja Alex escuchaba con la mirada perdida en sus
pensamientos.
—Lo entiendo muy bien —dijo absorta—, tanto papeleo es una
enfermedad. La burocracia no hace más que complicarle la vida a la gente.
—Pero al día siguiente seguí sintiéndome vacía, y la semana
después también. Me inventé que tenía fiebre para no verlo. Ya no sé si lo
quiero. Mamá dice que no importa, que el roce hace el cariño. Pero yo no puedo
dejar de llorar... Eso me hizo acordarme de ti, cuando decías que el Vínculo de
Carne no se puede romper.
—Las únicas cosas que pueden romper un Vínculo de Carne son
la muerte y el alzhéimer. Lo importante es el recuerdo. Raíz y cicatriz...
—Alex volvió a la realidad, apesadumbrada— Lastima que en tu caso ya no puedas
olvidar tu primer Vínculo.
—¿Entonces nunca podré olvidar ese momento tan desagradable,
nunca podré romper ese vínculo, mamá tiene razón?
—Por eso has venido, ¿verdad?
Mi madre afirmó vehemente, en silencio.
—Tu madre no tiene razón —afirmó tajante Alex— Pero siento
informarte que a no ser que te des un golpe en la cabeza en el sitio adecuado
no podrás olvidarlo y menos siendo la primera vez.
—¿No tiene razón? —preguntó mi madre dubitativa.
—No, aguilucha —negó Alex con la cabeza— El Vínculo de Carne
es el recuerdo sellado por el contacto físico, se basa en la memoria y la
imaginación. No se puede romper porque está dentro de tu cabeza, no en los
papeles o lo que diga tu madre. Para romperlo tendrían que usar fármacos o
hacerte una lobotomía.
Mamá suspiró apesadumbrada, pero ya más tranquila. Quizá
preguntándose que era una lobotomía. En aquella época las mujeres coloniales no
recibían ningún tipo de educación superior y solían olvidar rápido todo lo aprendido
en la escuela. La vieja Alex le sonrió, por fin, con una expresión típica de
abuela civilizada.
—No me hiciste caso, cariño, vives en la colonia, y los
hombres allí son diferentes. Para tu primera vez tendrías que haberte buscado
un hombre mayor, de veinticinco para arriba, mejor treinta, y casado, con
experiencia, no un crío idiota.
—Debí hacerte caso... —sonrió mi madre malévola— O quizá
debí haberme enamorado de un chico hogareño.
Mi bisabuela dio un respingo.
—No, ni hablar, te lo habrías llevado contigo, como esa roja
de mierda hizo con tu padre.
Mi madre rio animada y musical. Tuve que coger más papel.
—En realidad vine para que me perdonases —dijo—, por ser tan
tonta.
—¿Para qué yo te perdone? No hay nada que perdonar,
aguilucha, hiciste lo que tenías que hacer. Quisiste crear un Vínculo con la
persona que te interesaba y lo hiciste. Cumpliste la ley de la carne. Punto.
Ahora quieres alejarte de ese chico, hazlo.
—Ojala las cosas fueran tan sencillas —dijo mi madre,
bajando la vista pensativa.
—Vuestros hombres no están entrenados, es normal que todo
acabase así. Siempre te he dicho que eres un águila, necesitas volar alto para
ver las cosas en perspectiva. Si vuelves a estar cerca de ese chico te casaras
con él y ya no podrás hacerlo nunca más. Ahora puedes alejarte. Déjalo madurar,
hacerse un hombre, y quizá para entonces ese triste Vínculo que has hecho dará
sus frutos.
Hacía rato que fuera de aquel pequeño reducto se notaba
movimiento de gente, vehículos y animales. De pronto la gruesa lona que servía
de entrada fue alzada con fuerza, quedando amontonada sobre el techo de la
tienda, dando paso a Cepillo, entonces un hombre alto y fornido, vestido con un
mono verde oscuro pulcramente limpio y el pelo entrecano cortado a... cepillo.
—Alex, ya están aquí.
—Perfecto, ¿está todo preparado?
—Todas las cámaras están encendidas y grabando. También
hemos colocado las trampas como pediste, pero espero que no sea necesario...
—Yo también, Cepillo, yo también… ¿Has traído el altavoz?
¿Dónde está? —Preguntó Alex mientras se ataba fuertemente las sandalias
alrededor de los tobillos.
—Sí, claro —el hombre se volvió hacia la caja abierta de un
camión aparcado cerca, donde una gruesa mujer de mediana edad metía fardos uno
tras otro a toda prisa— ¡Andrea, el altavoz!
Sin perder la cadencia del movimiento Andrea estiró su mano
fuera de campo, cogió un enorme objeto negro y lo lanzó al aire, por donde rodó
lanzando reflejos metálicos hasta caer en las manos de Cepillo, revelándose
como un poderoso altavoz reforzado. Inmediatamente pasó a manos de mi
bisabuela, que lo sopesó feliz.
—Muy bien, ahora esperemos que todo salga bien.
Entretanto mi joven madre permanecía ajena a todo, hundida
en complejos pensamientos, llenos de novios inexpertos, papeles mojados y
vínculos carnosos. La vieja Alex chasqueó los dedos delante de sus narices,
haciéndola apartar la cara hacia atrás con expresión de sobresalto.
—¡Despierta, aguilucha, qué ya va siendo hora de qué te
enteres en qué mundo vives!
...y hasta aquí puedo leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario